El sueldo del autónomo. Este es un tema que genera muchas dudas. Por eso me gustaría compartir algunas orientaciones con vosotros.
Me encuentro una situación muy habitual, especialmente en los negocios gestionados por autónomos que son personas físicas (los que no son administradores de sociedades): la mayoría de estas personas definen su sueldo como el remanente que queda una vez lo han pagado todo. Por lo tanto, su sueldo no forma parte, a priori, de la estructura de gasto de la empresa y, por tanto, no es un objetivo empresarial a fijar y a alcanzar, sino que es la consecuencia de los resultados de su empresa.
Quizás os parezca una diferencia trivial. Al fin y al cabo, tanto da que fijeamos un sueldo como objetivo o bien que lo saquemos del superávit que genera la empresa. Al final, cobraremos lo que dicha empresa pueda pagar.
La diferencia está en lo que ocurre desde que fijamos el objetivo hasta que llegamos a este remanente que la empresa puede pagar. Y os aseguro que, cuando trabajamos con objetivos, pasan cosas. ¿Cuáles? Pues que revisemos si los precios que aplicamos nos permiten alcanzar este objetivo. Que analicemos si es necesario incrementar el volumen de facturación y, por tanto, empezamos a hacer acciones para conseguirlo. Que nos planteemos ofrecer servicios de mayor valor añadido y limitar aquellos de poco margen. Y estos sólo son algunos ejemplos.
Otro elemento es la cantidad que nos podemos asignar como sueldo. Algunas personas lo hacen según sus necesidades personales. Pero claro, no son las mismas necesidades las de una persona con familia numerosa, que las de otra sin cargas familiares.
Si ponemos un sueldo muy elevado, implicará un incremento del precio para cubrir ese gasto. Si ponemos un sueldo muy bajo, quizás venderemos nuestros servicios muy baratos. Por lo tanto, hay que buscar una referencia que nos haga homogéneos con las cifras que se mueven en nuestro sector.
Algunas recomendaciones:
A veces hay personas que crean una empresa por necesidad, para tener una fuente de ingresos para vivir. Pero hay que tener en cuenta que crear un negocio no es equivalente a que nos contraten: en el segundo caso cobraremos desde la primera mensualidad y, en el primero, cuando la empresa pueda pagarlo. Una cosa es establecer un sueldo para tener claros la dimensión de facturación y los objetivos a alcanzar, pero también hay que ser conscientes de que primero hay que llegar a estos objetivos para que la empresa pueda pagar dicha nómina.
Hay emprendedores cuya situación personal no les permite esperar este tiempo. ¿Qué hacen? Piden un préstamo para financiar los gastos que de momento la empresa no puede pagar, entre ellas, su sueldo. Pero la consecuencia también es que con dicha financiación también elevan el volumen de ingresos que la empresa necesita para cubrir los gastos y, además, devolver dicho endeudamiento. En muchos casos, se entra en un círculo vicioso que, a veces, se convierte en una trampa mortal.
En consecuencia, fijemos previamente qué endeudamiento podemos asumir en el caso de que no se alcancen los objetivos, y hagamos un buen seguimiento de los resultados para asegurar que estamos por debajo de los límites establecidos. Si los resultados no acompañan, tendremos que plantear otras opciones, desde buscar un socio si los resultados nos muestran que vamos por buen camino pero falta un poco más de tiempo para consolidar, a cerrar el negocio si los resultados indican que no es viable.
Si la persona que ha puesto en marcha el negocio presta directamente los servicios, es decir, vende sus horas de trabajo, los ingresos que hace la empresa serán para pagar los gastos y remunerar sus horas.
En el caso de que esta persona no preste directamente el servicio sino que lo haga a través de colaboradores, sean internos o bien externos, dichos ingresos serán para pagar a estos colaboradores. De hecho, el sueldo de la persona autónoma formará parte de la estructura de la empresa y, como bien sabéis, la estructura se paga con el remanente que generan los productos y los servicios que ofrecemos. Hace unos días ya comentamos el concepto de Estructura Mínima Viable (EMV) como modelo para que la empresa sea lo más ligera posible y, por lo tanto, tenga gastos sólo si tiene ingresos.
Podemos decir que si el sueldo de la persona que inicia el negocio forma parte de la EMV, incrementa el volumen de venta necesario para cubrir todos los gastos. En definitiva, incrementa la dificultad de que el negocio le pueda pagar un sueldo a corto plazo, simplemente porque el negocio aún no tiene la dimensión para poder hacerlo.
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